me miro con sus ojos negros
y me pregunto como sonaba la urbe
y yo solo supe responderle
con un zumbido de coche.
La urbe huele a acera mojada
con tacto de cristal a veces empañado.
A traqueteo e impaciencia
de grandes distancias con mil rostros.
De calles sin nombre con mil porteros automáticos.
De historias que consume el tiempo
y no llegan ni al segundo.
Todo vive y muere
y nadie sabe nada.
Puede que un día me absorba
pero hoy me parece demasiado grande.
No hay comentarios:
Publicar un comentario