viernes, 28 de mayo de 2010

Episodio piloto

Solíamos tumbarnos en cualquier monte y mirar hacia las nubes o el cielo, mientras el sol estaba en el cielo.
Pensábamos y hablabamos de lo que creiamos necesario.
Bebiamos latas de cerveza, cerveza caliente casi siempre, pero cerveza al fin y al cabo a poder ser la mas barata.
Fumabamos lo que podiamos y no precisamente tabaco.
Cantabamos musica bajo las nubes, con melancolia y tristeza.
Pensabamos cuanto iva a durar aquella mierda y si ibamos a salir vivos de aquel infierno.
Tampoco habiamos estado en otro sitio.
Y hablabamos otra vez y cantabamos.
Cantabamos lo que nos pedia el alma.
Cantabamos y cada vez que lo haciamos creiamos tocar interminables solos de guitarras,
cantabamos y creiamos que habia esperanza,
cantabamos y odiabamos mas a Babilonia.

Y pasaban los dias uno tras otro,
pasaban los veranos y las estaciones.
Puede que no fueramos todos los dias
pero el cielo siempre estaba alli.

Un dia sonaba Woman No Cry y Bob parecia inmortal entonces
y fue cuando le dije:
- ¿Tu crees que vendran tiempos mejores?
Y el contesto con simpleza como siempre habia hecho
un hombre que ha dedicado su vida a evadir el trabajo
y reflexionar sobre todas las cosas.
-¿Si no es asi, porque coño miramos hacia atras con nostalgia?
Los viejos tiempos eran una mierda y estos y los que vendran.
Pero solo se necesita una buena dosis de musica
para pensar mirando hacia atras como si hubiera merecido la pena...

Puede que fuese cualquiera de sus cosas, pero lo cierto es que eso me dio que pensar
aun quedaba un largo verano por delante...

martes, 18 de mayo de 2010

Te espero, de Mario Benedetti

Te espero cuando la noche se haga día,
suspiros de esperanzas ya perdidas.
No creo que vengas, lo sé,
sé que no vendrás.
Sé que la distancia te hiere,
sé que las noches son más frías,
sé que ya no estás.
Creo saber todo de ti.
Sé que el día de pronto se te hace noche:
sé que sueñas con mi amor, pero no lo dices,
sé que soy un idiota al esperarte,
pues sé que no vendrás.
Te espero cuando miremos al cielo de noche:
tu allá, yo aquí, añorando aquellos días
en los que un beso marcó la despedida,
quizás por el resto de nuestras vidas.
Es triste hablar así.
Cuando el día se me hace de noche,
y la luna oculta ese sol tan radiante,
me siento sólo, lo sé;
nunca supe de nada tanto en mi vida,
solo sé que me encuentro muy sólo,
Y que no estoy allí.
Mis disculpas por sentir así,
nunca mi intención ha sido ofenderte.

Nunca soñé con quererte,
ni con sentirme así.Mi aire se acaba como agua en el desierto,
mi vida se acorta pues no te llevo dentro.
Mi esperanza de vivir eres tu,
y no estoy allí.

¿Por qué no estoy allí?, te preguntarás...
¿Por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti?
Porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí,
porque todas las noches me torturo pensando en ti.
¿Por qué no sólo me olvido de ti?
¿Por qué no vivo sólo así?
¿Por qué no sólo...?

miércoles, 12 de mayo de 2010

CAPITULO 2: DECISIONES AL FILO

- Cuando llegamos allí la situación era dantesca. El blanco de la nieve de nuestras tierras se había teñido de rojo. Buscamos entre las vísceras y los cadáveres pero no encontramos nada... Habían muerto todos : mujeres, niños, ancianos, hombres e incluso el ganado... En ese sitio no había vida, ni esperanza... Nos disponíamos a salir de la ciudad cuando vimos algo que nos sobresalto, un hombre cubierto de sangre y mutilado se arrastraba por la nieve, de su boca emanaba una espuma blanca, sus ojos eran rojos y no paraba de chillar, sus chillidos helaban la sangre mas incluso que el propio hielo. Era una aberración, una burla de la naturaleza, un ser que una vez fue humano pero estaba lejos de serlo. Era la obra de un Vantar oscuro. o algo peor.

Mis tropas aterradas acabaron con el y enterraron todas las partes de su cuerpo por separado y embadurnadas en sal. Después abandonamos el lugar y regresamos a informar de lo ocurrido. Yo todavía no me he repuesto del impacto.


El capital Heldanar dio fin a su intervención ante el consejo de las tribus del norte.

El consejo estaba formado por ancianos de todas las tribus Heldanar y los mejores guerreros de cada tribu, que portaban sus Sajahielos como símbolo de poder y fuerza. Estos consejos no solían reunirse con frecuencia, ya que los Heldanar son una raza que convive con la guerra y son normales los conflictos entre sus tribus.

Pero esta vez era distinta. Un abominable acto de magia oscura había desafiado el orden de la nación. Los Heldanar como gente supersticiosa que eran reaccionaron de forma temerosa ante tal acontecimiento. Sin embargo los guerreros sedientos de sangre y venganza reclamaban soluciones drásticas burlándose de la supersticiones de sus mayores.

Ante el silencio de la multitud un guerrero decidió hablar.
- Los Vantar no solo nos han obsequiado a nosotros con su visita y sus atrocidades. En Viento Oculto han provocado una guerra civil y han sometido a casi todo el país...

- ¡¡Deberíamos intervenir en esa guerra y vengarnos!!

- ¡Por la gloria de los Helendar, apoderémonos de sus tierras en medio del caos!!

Una decena de voces se escucharon en el consejo. Casi todos reclamaban venganza, tierras o mas poder para la nación. Pero antes de que se extendiera la rabia, uno de los ancianos levanto su voz, grave pero firme.

- ¡¡¡Silencio!!! Deberíais aplacar vuestra rabia. Los Vantar no son un enemigo a subestimar. Tal y como esta la situación si acudimos a Viento Oculto solo podrá ser en su defensa. Deberíamos enfrentarnos a los desconocidos Vantar y no a una nación entera, sino seria mas cruento que una simple guerra civil. Tendríamos a una nación en nuestra contra.

Debemos actuar con calma y asegurar nuestras fronteras. Necesitamos a nuestros mejores hombres para que acudan a la guerra de Viento Oculto como mercenarios ocultando nuestras intenciones. Mientras aquí nosotros reforzaremos nuestra fuerza militar y nuestras defensas.

Una vez preparados para lo peor decidiremos nuestros objetivos. Actuaremos con calma y fuerza y nuestra nación permanecerá unida.

Tras un largo silencio todo el consejo aclamo las palabras del anciano, los ancianos aplaudían y los guerreros alzaban sus Sajahielos en alto.

<<¡¡¡ Eterna vida a los fríos Heldanar !!! ¡¡¡ Que la Dama de la Escarcha nos guie!! >>



Lucio de la Torre contemplaba los jardines de su palacio en la ciudad. Hoy se había levantado pronto y se había puesto sus mejores ropas, hoy era un día importante.

Cada día su situación en la noble corte de Aldar era mas propicia. Sus habilidades como gobernante le habían hecho ascender notablemente. Sabia manejar su dinero y a sus enemigos a la perfección y probablemente era esa la clave de su éxito. Aun así lo que realmente ansiaba no era la riqueza, sino el favor de su rey y sus influencias. Quería ser la mano derecha de Eiglos, el era ambicioso pero eficaz.

De repente sintió un escalofrió en su espalda y se giro bruscamente, poniendo una mano sobre el pomo de su espada.

Ante el, sentado en una silla estaba un criado de la hacienda cuya cara Lucio no recordaba haber visto nunca.

- Temía que no vinieras... Ahora que estamos entre iguales es mejor que te despojes de tu disfraz de humano.

La cara del criado se difumino y su piel se convirtió en una piel escamosa de un verde pálido. Sus facciones cambiaron, su nariz se convirtió en dos pequeños orificios y sus ojos se volvieron negros con grandes pupilas.

- Seré breve, pronto he de volver a viajar. Te traigo información sobre las dos naciones. Viento Oculto es ya pasto del caos y del pecado, aunque no conseguí apoderarme de aquella moneda del mago muerto para controlar a los Dirastar . La Orden esta investigando como controlar el conflicto por ambas partes pero no peligra nuestra situación si en aquellas tierras reina el caos... ¿Que hay de tu parte en este asunto?

- Estoy avanzando en mi estudio de las relaciones comerciales para suplir la falta de comercio con Viento Oculto. Aldar no quiere inmiscuirse en la guerra civil si no se ve realmente afectado, aunque algunas compañías de mercenarios partan para hacer fortuna en esas tierras.
Informa a La Orden de que la situación de Aldar permanecerá así, mis influencias ascienden y también asciende una sección de la corte que quiere parlamentar con los Dirastar, pero sabes que eso es imposible... ¿Y que acontece en Heldanar?

- El miedo ha hecho mella en ellos y claman venganza. El nigromante no pudo resistirse a dejar su rastro, pero sus actos escapan ya a nuestro control. Se le ha ordenado que se oculte, es nuestra mayor arma en este laberinto. Cuando el verdadero caos reine en Vizh lo utilizaremos como es debido. El reino de las serpientes resurgirá y acabara la edad del hombre. Que la gloria de la Serpiente sea con nuestros espíritus...

CAPITULO 1: NIEVE Y SANGRE

Ya estaba atardeciendo en Puntaescarcha, un pequeño pueblo al norte del continente de Vizh. Y el sol se ponía en el horizonte como una luz anaranjada entre las escarpadas y altas montañas. La nieve lo cubría todo y el frió era tan intenso como siempre en esa época del año, solo los mas fuertes sobrevivían en esa tierra hostil, la caza, la pesca y la artesanía eran junto al escaso comercio la base de la economía de aquellos pueblos. Era fácil perderse por aquellos paramos donde no parecía haber ninguna vida salvo la del frió y la muerte. Cualquier persona podría fácilmente perderse por aquellas tierras y ser pasto de los lobos o de la helada muerte, pero no un Heldanar.

Las tribus de los Heldanar, considerados como incivilizados y salvajes por casi todo Vizh habían conseguido lo que posiblemente ninguna raza fuese capaz de hacer, adaptarse a ese inhóspito medio y subsistir de los pocos recursos que podían sacar de el. Y entre la nieve y la nada se dedicaban a la caza y la pesca. Raramente podían domesticar algún animal salvaje, ya que en esas condiciones el ganado no soportaba tan bajas temperaturas como sus propietarios. La agricultura era a su vez escasa por aquellos reinos y lo único que lograban sacar de la tierra eran bayas y otros frutos silvestres que escaseaban o eran comidos por otros animales. Debido a ello su dieta era carnivora y desarrollaron una gran maestria en el tratamiento de las pieles. Pero con casi toda seguridad la actividad mas rentable de los Heldanar era la guerra.

La jerarquía de las tribus de los Heldanar era militar. Los pueblos, aldeas y asentamientos estaban gobernados por una o varias tribus y su líder y sus hombres ejercían de autoridad absoluta, casi siempre con la ayuda del consejo de sabios, los sacerdotes de la iracunda diosa del viento la Dama de la Escarcha. El orden en aquellas tierras se mantenía con la fuerza del acero y nunca había clemencia con los criminales y los ladrones.

Ulrik bajo de su canoa y comenzó a recoger sus aparejos de pesca. Debía de llegar a casa antes de que cayera la noche. El día de pesca había sido propicio y la temporada de pesca estaba a punto de finalizar. Solo había un detalle que escapaba a la comprensión de Ulrik, había encontrado un banco numeroso de peces muertos a contracorriente. Los animales solo mataban para comer nunca por diversión. Pronto debería de bajar hacia la aldea de Puntaescarcha, donde desembocaba el rió de la montaña de la noche a vender su pescado. En Puntaescarcha, Ulrik era considerado un ermitaño loco, por el simple hecho de habitar en aquella montaña que sus habitantes y sus ridículas leyendas tildaban de maldita. La familia de Ulrik era de Puntaescarcha y el había recibido una educación normal y corriente, pero prefería vivir solo y aislado.

Y es cuando Ulrik andaba absorto en sus pensamientos cuando vio la primera señal de que algo estaba apunto de acontecer. De un grupo de arboles cercano a su casa surgía un reguero de sangre que teñía de rojo la blanca nieve y proseguía en dirección a su cabaña de madera. Ulrik reacciono instintivamente y dejo sus aparejos de pesa y las presas entre la maleza con la esperanza de que ninguna alimaña diera buena cuenta de ellas. Desenvainó su cuchillo de caza y puso todos sus sentidos alerta, después de todo era un Heldanar, era de constitución alta y robusta y sabia luchar si era necesario hasta la muerte con fiereza y furia. Contempló no sin bajar su guardia como de la chimenea de su cabaña surgía humo, señal de que alguien estaba dentro de ella.

La puerta estaba abierta y no tenia signos de estar forzada, Ulrik no tenia costumbre de cerrarla con llave. Ulrik se cubrió en una de las paredes de la cabaña y agazapado miro a través de una de las empañadas ventanas. La casa parecía estar como siempre, en orden, el único detalle que escapaba a aquella normalidad eran las llamas de la hoguera y un bulto ensangrentado, cubierto por lo que parecía una capa de piel como las que el estaba acostumbrado a fabricarse. Fuese quien fuese parecía que estaba a las puertas de la muerte y no opondría resistencia alguna. Toda la casa estaba en silencio, lo que podría decir que no había nadie mas dentro, por lo menos en movimiento.

Ulrik entro en la cabaña y siguió el rastro de sangre aun caliente hasta la chimenea. Nada mas ver aquel bulto confirmo sus sospechas, era un Heldanar medio muerto tirado al lado del fuego. Ulrik lo recostó delicadamente para poder contemplar su rostro, una vez lo hizo no pudo sino realizar una mueca de dolor. Aquel era Frederik cuernos de alce, un joven cazador hijo de un viejo amigo suyo que vivía en Puntaescarcha. Frederik solía realizar batidas de caza por la montaña en busca de alces y tenia fama de ser uno de los mejores cazadores de kilómetros a la redonda. El joven solo pudo articular unos cuantos balbuceos antes de morir en los brazos de Ulrik.

–Vienen desde la montaña... Quieren la sangre... Los hijos de Behemont...

Ulrik estaba aterrado al oír esas palabras, algo terrible se cernía sobre Puntaescarcha, algo maligno. Debía llegar a Puntaescarcha antes de que fuese tarde, atravesando a través de la noche que ya se asentaba sobre la montaña...

Guilerm hacha robusta hijo de Folker, líder de la tribu de los hijos del mar helado y caudillo de Puntaescarcha veía desde la ventana de la casa de los escudos como se extendía la oscuridad de la noche en el exterior. Se había tenido que reunir junto al consejo de sabios de la tribu ya que un extranjero había pedido audiencia. En circunstancias normales habría podido esperar, pero el extranjero no había venido a Puntaescarcha desde ningún camino conocido, había bajado directamente de la montaña maldita, donde salvo el ermitaño Ulrik, nadie tenia el valor de adentrarse demasiado.

El extranjero solo había pedido audiencia por un asunto de vital importancia para el pueblo. Los soldados que habían hablado con el decían que se había identificado como druida tenia la voz ronca y que no habían conseguido ver su rostro, ya que vestía una túnica negra y roja y una capucha que cubría su rostro.

Guilerm fijo su vista en el extraño druida que se erguía delante de el consejo sentado a su derecha y a su izquierda en una mesa larga. A sus espaldas se situaba la hoguera que ardía para dar calor a la cabaña, de modo que la única luz provenía de detrás de aquel individuo, haciéndole mas siniestro aun. El extranjero se apoyaba sobre un bastón de madera vieja y desgastada de color pálido en cuya punta colgaban unos huesos atados con cuerdas de algún animal salvaje, estaba ligeramente encorvado y parecía mirarles fijamente aunque no podían ver su rostro.

–¿Que es lo que le ha traído por nuestras tierras extranjero y cual es el asunto tan importante que ha de comunicarnos sin falta? Hemos tenido la amabilidad de recibirle a las puertas de la noche ya que ha tenido que pasar un duro viaje desde la montaña. Muestre su rostro y preséntese. Sea breve, es la hora de la cena y hasta aquí llega el olor de la comida de las cabañas de los alrededores.

Aquel extraño personaje no parecía inmutarse ante las palabras del jefe tribal. Pero reacciono enseguida en cuanto Guilerm menciono la hora de la cena. Simplemente hablo con rapidez. Su voz era tan ronca y fría como habían descrito los guardias. Sonaba como una corriente de aire pasando por una pequeña rendija.

–Es la hora de la cena, es la hora de la cena, es la hora de la cena– No paraba de repetir aquel extraño y espeluznante personaje. Sin inmutarse un ápice.

Toda la sala se quedo en silencio y un horrible temor invadió sus mentes. Nadie sabia donde había salido aquella sensación, pero era insoportable. Guilerm no pudo contener su terror y desenvaino su hacha. El extranjero mostraría algo de respeto o se lo haría pagar con creces. Cuando Guilerm se levanto de la silla y se subio en la mesa para abalanzarse sobre aquel irrespetuoso forastero, su cuerpo quedo completamente paralizado, como un tempano de hielo. Ya no corria sangre por sus venas sino litros de puro miedo y pánico.

El extranjero reaccionó sin prisa ante la acometida de aquel jefe tribal de poca monta, se quito la capucha y mostró su verdadero rostro. Un rostro que se asemejaba mas a el de una calavera que al de una persona viva, su cara pálida y sus facciones secas, sus ojos rojos y ardientes y su poderosa mandíbula y sus afilados dientes aun resultaban mas tétricos a la contraluz de la hoguera. Antes de que Guilerm descargara su hacha sobre ese ser, escucho algo que lo dejo helado. Aquella criatura produjo un grito desgarrador, un grito que helaba la sangre, un grito que dejo paralizada de terror a toda la sala. Nadie podía moverse presa del pánico, ni siquiera los fornidos guardias que custodiaban la puerta de la cabaña. Aquella cosa no era de este mundo.

De repente antes de que Guilerm pudiera reaccionar, la criatura se lanzo sobre el tirandole sobre su silla, la sangre manchaba toda la casa de los escudos como si de pintura se tratase, pronto empezaron a oírse los primeros gritos desgarradores de las gentes del pueblo, la matanza de Puntaescarcha había comenzado...


Ulrik estaba exhausto, no recordaba haber corrido tanto en toda su vida, el corazón parecía salirsele por la boca, le faltaba aire y tenia tanto calor como si fuera verano. Levanto la cabeza y comprendió que había llegado demasiado tarde. Ante sus ojos se encontraban las ruinas de Puntaescarcha, sus edificios de madera en llamas y las calles inundadas de sangre. Nunca se pudiera haber imaginado que viviría lo suficiente para ver una cosa como esta.

Sea lo que fuere lo que había producido ese caos, Ulrik tenia claro que no era humano. Debía estar alerta, tenia que cazar al culpable de aquella pesadilla y hacerle pagar con creces.

Conforme iba avanzando por las calles su cuerpo y su cabeza le pedían a gritos que huyera de ese terrorífico lugar, las calles bañadas en sangre estaban sembradas de cadáveres de reses muertas, algunas aun agonizantes, en lo que parecía un festín de entrañas. De repente no pudo contener sus ganas de vomitar al ver un cuerpo de un hombre tendido en el suelo y sin cabeza, parecía haber sido aplastada por algo.

Decidió finalmente salir de allí, pero algo se cruzo en su camino. Dos Heldanar fornidos caminaban por la calle portando dos grandes hachas de batalla. Sus cuerpos estaban cubiertos de sangre y sus ojos eran rojos, igual que la sangre que cubría sus rostros. Ulrik se apresuro en ocultarse en una casa cercana, su instinto le gritaba que debía de salir de allí, que esos dos hombres podían acabar con su vida fácilmente, que sus antiguas lecciones de lucha no le servirían para nada en aquella situación. Contemplo como los dos hombres cogían cada uno un cadáver como si fuesen tan ligeros como la tela y empezaban a discutir gritandose, como si no conocieran otra manera de hablar. Sus voces sonaban enfurecidas como si estuvieran enfadados por algo y eran graves como para infundir temor a cualquier hombre en sus cabales.

–¿Crees que estos cadáveres serán suficientes?– Le grito uno al otro.
–Creo que con sacrificar todo un pueblo sea suficiente para nuestro señor, pero yo volveré a comprobar que no haya nadie agonizando entre los escombros, no se porque diablos tenemos que hacer como si este maldito pueblo no hubiese existido nunca...
–Calla de una jodida vez y vayamos a la plaza estoy harto de oírte decir todos los días que no matas a la suficiente gente.

Ulrik reacciono cuando se alejaban aquellas dos alimañas, todos ellos estaban en la plaza de Puntaescarcha. Debía de ir allí y averiguar que estaba ocurriendo, después debería irse corriendo a alguna aldea cercana, con suerte estaría en ella dentro de 3 o 4 días si no se lo impedía el mal tiempo. Haciendo uso de sus habilidades de cazador, se deslizo entre las sombras sigilosamente, entre el fuego, la sangre y los escombros.

Llego a tiempo de ver como aquellos dos hombres depositaban los cadáveres en una gran pila de miembros amputados y personas mutiladas y desangradas. Debajo de todo ese montón de carne y huesos se encontrada la plaza de Puntaescarcha. Pero en aquel sitio no había ya ningún signo de vida, de compasión o de humanidad, solo un insoportable hedor y pánico fluía por el aire.

Ulrik contemplo como un hombre arrodillado vestido con una túnica negra, teñida con sangre no paraba de recitar una especie de cantares en una lengua desconocida para el. De repente alzo sus manos al suelo y mostró a los presentes dos trozos de hielo tan grandes como su mano, que comenzaron a brillar y teñirse de rojo y después los unió como si fueran una única pieza. Aquello no era normal, Ulrik había escuchado de pequeño historias sobre los Vantar, los últimos magos sobre Vizh. Se contaba que hace tiempo fueron personas normales, pero que sacrificaron parte de su alma para poder controlar la magia, se decia que eran poderosos y no tenían escrúpulos. Pero todo eso eran cuentos para asustar a los niños, leyendas antiguas sin sentido. Como que la montaña en la que habitaba estaba maldita y habitada por criaturas oscuras. Pero hoy no tenia mas remedio que temer, temer y correr, si quería seguir con vida.

El ser termino su ritual y se dirigió a los demás.

–Solo la sangre de los inocentes sera capaz de unir los trozos del cuerpo de Behemoth. Nosotros somos los encargados de juntar todos los trozos de su cuerpo, nosotros haremos de las ciudades de Vizh estanques de sangre y barreremos toda la vida que encontremos... – El Vantar cayo de repente y miro hacia donde se encontraba Ulrik –Que no acabe la fiesta, aun hay un humano con vida entre nosotros.

Toda la gente que se agolpaba alrededor del Vantar se giro mirando hacia su posición, la escena del ritual del Vantar le había aterrado tanto que no había sido capaz de darse cuenta de su presencia, eran unos 100 hombres, pero su fuerza equivalía a 100 ejércitos. Ulrik sabia que era tarde, sabia que era el fin y que todo estaba perdido. Pronto el barquero conduciría su alma hasta el infierno. Era demasiado tarde para luchar. Su cabeza rodaba por los suelos segundos mas tarde. Ningún alma se encontraba sobre Puntaescarcha, había dejado de existir...

lunes, 3 de mayo de 2010

Caen desde el cielo

Caen y caen desde el cielo como tormentas y aguaceros.
Las dudas y el silencio, la incertidumbre y la rabia.
Nada es perfecto y todo cae por su propio peso
hacia el abismo, hacia la nada.
Todo muere, todo arde, todo se consume o se contamina.

Siento el calor del asfalto primaveral en las plantas de mis pies.
Puedo ver las nubes grises acercarse y puedo ver mi reflejo en los charcos.
Las cunetas se han teñido ya de rojo amapola.
Los montes se han llenado ya de hierba fresca y flores.

La cabeza me duele y la resaca es inaguantable.
Las capuchas pesan y la noche queda muy lejos.
Como la maldición de decir te quiero demasiado tarde.
Como la maldición de no volver a sentirte sino es dentro de mi alma.

El tiempo pasa, pasan los años, como pasan los coches.
Dejan un rastro imborrable en la memoria,
una mezcla de sentimientos melancólicos.
La añoranza de tiempos pasados de lucha y romanticismo,
tal y como hoy toca.

Y el mundo avanzara sin ti.
Las farolas, las señales y las aceras
dan la mas cruda de las certezas:
Todo fue un sueño que se convirtió en pesadilla
y ahora habita en el mas rebelde olvido
esperando a no ser borrado por el tiempo.

Somos los nietos de la cuneta

Somos y ellos quieren que lo olvidemos. Que el olvido destruya la obra de nuestros abuelos. Que vuelvan sus uniformes militares y sus sotanas. Y que vuelva el miedo, el hambre y el odio al diferente. Quieren que olvidemos todo y quieren morir impunemente. Pero no podrán ni pueden.

Somos los nietos de la cuneta, los nietos de la mas gloriosa obra y el mas desgraciado final. Somos los nietos de la cultura, de las escuelas que huyeron de la religión, del arte, de la literatura y la poesía. Nietos de una generación destruida por la guerra. Nietos de la mas justa razón e inteligencia.

Somos nietos de la lucha de los que no tenían nada, de los campesinos, de los obreros, de los esclavizados por los señoritos. Nietos de los que ganaron su tierra y su pan. Somos nietos de grandes luchadores que sacrificaron su vida por la libertad. Somos nietos de aquellos que perdieron, que fueron asesinados, torturados y perseguidos.

Somos los nietos de la reforma y el progreso, de la igualdad y la ley, de una España legitima ahogada a golpe de fusil y crucifijo, de hambre y opresión, de censura y tortura. Somos los nietos de los que legaron una gran obra, somos los nietos de la verdadera democracia. No los hijos de una democracia impuesta.

Y no podremos olvidar la obra de nuestros abuelos, ni su asesinato. No podremos consentir que sus cuerpos yazcan en fosas y cunetas y sus vidas y luchas caigan en el olvido. No podremos permitir que aquellos asesinos sigan aun merodeando en opulencia y altos cargos, obstruyendo la justicia y usándola a su favor.

No podrán callar la verdad, ni podrán hacer callar a los muertos.