jueves, 23 de abril de 2009

Los monstruos de Goya

La oscuridad se despierta en medio de la silenciosa noche. La calma anda por los recovecos de las calles y los sueños por las esquinas de las oscuras habitaciones.
Las farolas con su débil luz alumbran las solitarias avenidas y allí donde no las hay, la creciente luna no ilumina tanto como cuando esta llena y alumbra con su blanquecino color el campo y sus plantas.
La arena de los caminos descansa en el suelo sin moverse y el asfalto también duerme. Todo ya forma parte de la noche que también se cierne sobre los aparcados automoviles que duermen como los leones.
El mundo esta quieto y congelado para casi todos. La noche es el territorio de los sueños, de las sombras y de la sinrazón.
La supercheria del pueblo hizo que las brujas con sus gatos negros y sus escobas patrullasen los oscuros cielos. Hoy la sociedad no consiente que ningún mito escape de su morada. Las brujas duermen entre las telarañas de algún pueblo abandonado. Los monstruos goyescos en el fondo de algún pantano, donde hubo trigo hay algas y donde hubo gente hoy es el territorio de los peces.
Aun así se escuchan los cantos de las sirenas, unas hacen correr a la gente que habita la noche hasta un refugio mas seguro donde cometer sus crímenes, otras intentan dar una esperanza en los lugares mas desolados. Escombros de hierro y manchas de sangre enturbian las solitarias carreteras mostrando el peligro del error humano o de las sustancias que nublan la mente.
Esta noche cambiara algunas vidas o se darán por finalizadas. De todas formas por la noche no se celebran los entierros. Se presupone ser la hora de l mala fortuna y del riguroso club de animas y difuntos, pero no se permiten admisiones a estas horas de la noche. Ello se reserva para el día, para la misa con campanas y el patio de los cipreses. Ellos dicen que son muchos y parece que si, aunque sigan vagando como acostumbran.
No es que sea tierra de desesperanza. Todos saben que pronto amanecerá y que tendrán que volverse a retirar a sus oscuras moradas del sueño. Esperaran su próxima oportunidad quizás en la siesta, deslizándose por las alargadas sombras del sol de la quieta tarde. Por ahora maldicen la luz y se van con los bártulos a otra parte. Subsisten en las mentes de algunas personas que han resistido a las luces de la razón. Viven encerrados en libro viejos y cuadros de Goya. No caben en el reino del asfalto y los ordenadores, allí todo es demasiado frió, incluso para ellos.

1 comentario:

  1. ¿De qué pueblo hablamos?

    "Hoy la sociedad no consiente que ningún mito escape de su morada." Muy bueno.

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