martes, 29 de diciembre de 2009

Cronicas de un futuro incierto 1

De quien era la tierra se preguntaban los niños del mañana, sobre viviendo entre altas montañas de basura y ríos contaminados lejos del gran mar que lo inundo todo.
De quien era esta ahora enemiga nuestra que nos castiga por las faltas de una sociedad antigua, tan contaminada como esta la tierra.

Los ancianos que aun deambulaban por aquella desbastada tierra andan de un lado a otro, buscando un lugar donde enterrar su amarga pena y huir así de el arrepentimiento o la culpa. Pero no hay quien ni en este tiempo, ni en el pasado, ni en el que esta por acontecer que escape de las consecuencias de sus actos y de aquella dama la cual llaman conciencia que no siempre esta dormida en la mente del mal hombre.

Fueron ellos sin duda los responsables de esta miseria de un crimen tan atroz como es el de asesinar a la propia madre que alimenta a uno, da sustento y hogar para vivir.
Callan pues sus lenguas para contar que la Tierra no fue siempre un difunto y hostil entorno. Que en un tiempo no muy lejano fue una generosa madre que cuidaba de los muy numerosos hijos que en su seno alojaba. Quiera la suerte que la inteligencia de uno de los suyos creciese a la velocidad que su codicia y avaricia. Que sin respeto por ningún otro genero y especie, tan poco como al de sus semejantes, comenzó a explotar la tierra y no paro hasta que de las entrañas de la misma no saco otra cosa que tragedia, destrucción y agonía.

Dicho punto en el que la Tierra murió y el hombre pudo al final desquitarse del horrendo velo que su mente y ojos cerraba, mas era tarde ya para enmendar un error o un mal hecho. Y a quien enseñar ahora que la madre Tierra no fue la que nos destruyo sino nuestra propia codicia.

Por ello las lenguas de los ancianos callan y las de los niños claman al cielo en esta tierra desolada en un futuro que no ha de parecer ahora tan lejano ni tan ajeno al mismo hombre que en esta historia fue el causante de toda perdición y maldad.

Aunque antes de que todo pasase,voces de los hombres clamaban con rabia y venganza el futuro mal, concienciando al hombre. En aquellos días no fueron escuchadas pero bastaría hacer memoria al futuro para que este día no se ignoren y cobren fuerza antes de que verdaderamente nuestras manos comentan algún crimen que nuestra alma no pueda lamentar eternamente.

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